Una escapada al Baiguate en Jarabacoa a pesar del desastre ecológico

spot_img

Cuando niño caminé, corrí, jugué de vacaciones en los senderos y trillos de estas montañas donde corría robusto, alegre y frio el río Baiguate y era un edén productor de oxígeno y de agua sanas alimentando flora y fauna dignas del mejor destino de turismo rural como lo es Jarabacoa.

En los años 70 aún era un río rebozante de aguas muy frías que serpenteaba entre bosques ribereños nativos a pesar de que ya había padecido el desastre ecológico de las devastaciones de Trujillo, sus familiares y amigos oligarcas madereros.

Era un febrero soleado. Junto a unos amigos planeamos recorrer los senderos de infancia de la comunidad La Pista de Jarabacoa y recargar las energías con aire puro de montaña entre los pulmones como en los mejores tiempos de la niñez. Pero resultó ser una experiencia para revivir la desagradable historia de la deforestación de los cerros de la cordillera central que hoy generan estas sequías y se alejan de ser un verdadero destino para el turismo rural.

Es una escapada off road en verdad. Un recorrido para vehículos todo terreno por un camino vecinal en mal estado serpenteando junto al Baiguate aquellas empinadas laderas al abandonar la carretera Jarabacoa-El Río de Constanza.

A la altura de La Pista tomamos a la derecha y surcamos el Baiguate aguas arriba, tierra adentro buscando un espacio en el mundo desconectado de la pestilencia que engendra el tráfico, el hacinamiento, el irrespeto, la cultura del ruido que envuelve casi a cada rincón dominicano.

Al avanzar entre la ribera y las laderas de las montañas sientiendo ya un clima fresco a pesar de una mañana muy soleada, asaltan los sentidos la degradación que ha sufrido este territorio de la cordillera Central del país y nos hace volar la memoria.

Y es que aquí, decenas de aserraderos devoraron miles y miles de tareas de pinares centenarios de pinos occidentalis, pino criollo o pino de cuaba como aún le llaman los campesinos en estas montañas. Ocurrió en las décadas del 40, 50 y 60. A su paso, los depredadores destruían impunes, todo en el bosque: árboles y arbustos, manantiales y cañadas, aves y mamíferos.

Las altas montañas quedaron convertidas en fincas ganaderas y las laderas de bosques no madereros arrasadas por el fuego para la agricultura nómada que completaba el desastre ecológico que dejó sus huellas imborrables en estas montañas.

Y entre los saltos del camino y las caminatas entre pequeños chorreras y pequeños saltos que aún se dibujan en el Baiguate, siento la necesidad de hablarle de las tragedias ecológicas sufridas por estas tierras que eran el mejor destino para turismo rural.

Aquí, como en otros muchos lugares de la cordillera Central, con el ajusticiamiento del dictador en 1961, sus amigos, familiares y testaferros quedaron como propietarios de vastas extensiones de terrenos que arrasadas las convirtieron en tierras de ganadería.

Aquellas laderas y fundos con bosques no maderables se las prestaban a los antiguos trabajadores de los aserraderos cerrados en 1967. Se convirtieron en agricultores itinerantes que se dedicaban a talar y quemar para sembrar habichuelas, papas, hortalizas y otros frutos hasta que fueran fértiles esos terrenos.

Entonces debían devolverlos a sus dueños sembrados de pastos para recibir más fundos, talarlos y repetir la historia hasta llegar a lo que hoy queda de la flora y la fauna de estas montañas que forman la cuenca del Baiguate, afluente del Yaque del Norte con una agricultura a fuerza de agroquímicos.

Desgracias ecológicas bien documentada

Primeros fueron los europeos, su industria azucarera y la exportación de manera preciosas de toda la isla. Los franceses, por ejemplo, arrasaron a Haití, cargaron con toda sus caboas y talaron y talaron para sus 500 ingenios azucareros y las montañas y bosques de llanuras no se repusieron nunca.

Más adelante, registros de comienzo del Siglo 20, (Karl W. Woodward) revelan que para 1910 el país aún tenía una cobertura de más de 61 millones tareas de bosques equivalente al 85% de la superficie nacional. Para 1916 la cobertura de bosques había bajado a 46 mil tareas de bosques.

A partir de los años 40 comienza el desmadre de los bosques con el inicio de la exportación de madera por parte de la dictadura. A principios de 1950 la dictadura descubre oro en la industria maderera. Es cuando llenan las montañas de aserraderos del gobierno, de empresa locales y extranjeras y de familiares y amigos del régimen.

Para 1967 alarmados por los reportes de organismos internacionales de la deforestación en toda la cordillera central del país, el presidente Joaquín Balaguer ordena el cierre de todos los aserraderos de montaña llegados.

Para ese entonces ya los bosques vírgenes del país solo cubrían 9 millones de tareas. Un estudio dice que la cifra equivalía al 11% de la cobertura boscosa total del país, otro estudio decía que el 22.6%. Hubo un notable cambio de política estatal pues este año se funda en Jarabacoa la primera Escuela de Silvicultura del país.

Las sierras volvieron. Ya para 1986 un reporte de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) revelaba que la depredación de los bosques dominicanos seguía en curso y que tan solo quedaba un 10% de la cobertura boscosa nacional.

Las sierras seguían. 20 años después, en 2016, especialistas de la Fundación Moscoso Puello, amparados en estudios internacionales, rebaten declaraciones oficiales sobre el aumento de la cobertura boscosa nacional y denuncian que contrario a ello, parques nacionales y otras áreas protegidas habían perdido casi 2.000 mil kilómetros cuadrados de bosques y que los árboles plantados por Medio Ambiente dejaban mucho que desear de la calidad de las acciones de reforestación. Y es que muchos bosques nuevos eran de palma africana, mangos, leucaenas, acacias y otras especies no nativas.

Perdone la desviación de mi crónica sobre esta escapada por las alturas de la cuenca del río Baiguate afluente del Yaque del Norte en Jarabacoa pero es difícil no contarle de esto para entender que estas escapadas podrían realizarse entre montañas recuperadas de tantos años de agresiones.

El clima fresco de las alturas sería más fresco y saludable entre bosques

Muy a pesar de toda la tragedia ecológica de las montañas dominicanas, el Baiguate refresca el alma de quienes escapan a estas comunidades serranas de La Pista de Jarabacoa. Nunca sentirá calor caminando entre estos senderos que bordean el río.

Un baño en estas aguas es regenerativo en aguas con temperaturas de 10 a 12 grados al medio día, sin ruidos de motocicletas o vendedores ambulantes, solo el rostro de muchos jóvenes haitianos para quienes es igual un lunes que un domingo entre las fincas de hortalizas, limoneros, habichuelas y otros cultivos masivos que colman las llanuras y las pendientes de esta hoya del Baiguate.

Extasiarnos al atardecer nos permite apreciar la belleza de la naturaleza que aún sobrevive en estas alturas de la cordillera Central en las estribaciones de Jarabacoa.  Hasta podemos soñar dejando ir la vista con el pensamiento hacia el horizonte que ya dibuja las montañas como siluetas entre los tonos violeta, rosa, lila o rosas del crepúsculo.

En ese momento mágico en que observa que la tierra gira y se despide del sol, podemos imaginarnos estas montañas luciendo un bosque sano, de pinos criollos, sabinas, nueces, cedros, capa, guaraguaos , palos de viento, ébanos.

Bosques en los que ya se echan a dormir las aves y mamíferos y despiertan los reptiles y los anfibios y los insectos mientras el bosque sigue atrapando las nubes robando su lluvia para escurrirla entre las hojas hasta la tierra llenando el subsuelo de las que brotaban esas cañadas, arroyos y ríos vivos y sanos que permitían la biodiversidad que disfrutaban estas tierras.

Levantamos campaña, volvemos al camino porque el atardecer da paso al ocaso y pronto será de noche y las temperaturas bajan hasta los 10 grados en estos tiempos. Tiempo de volver a la ciudad y dejar en la lectura el deseo de escapar a estos parajes montañoso de la cordillera Central para clamar por sus reforestación.

spot_img
spot_img
spot_img
spot_img

Arte y Cultura

Artículos Relacionados: Explora el Encanto Caribeño

error: