La guerra arancelaria se abre paso y el turismo de nuevo estará a pruebas ante una posible crisis global

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Santo Domingo, RD. –  El nuevo gobierno de los Estados Unidos ha dado comienzo a lo que ya la opinión pública internacional denomina como una “guerra arancelaria” advirtiéndose en el horizonte cercano, el impacto negativo que los aumentos unilaterales de aranceles a sus principales socios comerciales en Las Américas podría desatar en lo inmediato poniendo a prueba de crisis nuevamente a la industria de viajes y turismo.

Una mirada al escenario que se vislumbra tras los aumentos arancelarios en las tres principales economía de las Américas por ahora, como son México, Estados Unidos y Canadá, (Sudáfrica acaba de entrar al mapa de Trump y la Unión Europea y Colombia están en amenazas) no muestra buenos augurios: tensiones en las relaciones internacionales, inflación, aumento de costos de para las aerolíneas y operadores turísticos, cambio en los patrones de viajes, una reducción del flujo de turistas internacionales con graves efectos para economías latinoamericanas dependientes del turismo ante el cambio de patrones de viajes y otros factores que reducirían la confianza en el sector y provocar una reducción de las inversiones.

La guerra comercial iniciada por Estados Unidos, caracterizada por aumentos unilaterales de aranceles parece que no afectará directamente al Caribe, pero si tiene sus ojos puestos en Europa y ya enfiló contra el comercio chino.

La guerra comercial y los aumentos unilaterales de aranceles tienen el potencial de causar daños significativos a la industria de viajes y turismo, afectando tanto a los consumidores como a las empresas y economías dependientes del sector. Sin embargo, la magnitud de estos impactos dependerá de la duración y la intensidad de las tensiones comerciales, así como de la capacidad de las empresas y los gobiernos para adaptarse a las nuevas condiciones.

Sobre la base de otras experiencias y del contexto geopolítico que como telón de fondo subyace en la presente crisis, se pueden visualizar los posibles daños y efectos que podrían recaer sobre la industria de viajes y turismo.

Reducción del flujo de turistas internacionales

Los aranceles pueden encarecer los productos y servicios en los países afectados, lo que podría reducir el poder adquisitivo de los consumidores. Esto podría desincentivar los viajes internacionales, especialmente en mercados sensibles a los precios.

Ya México y Canadá han respondido imponiendo aranceles a las importaciones de bienes y servicios de Estados Unidos lo que encarecerá productos turísticos como billetes de avión, combustible, hoteles y restaurantes. Esto puede desincentivar los viajes tanto de estadounidenses al extranjero como de turistas internacionales a EE.UU.

Sin embargo podría haber una ventaja en destinos populares, como la República Dominicana, si éstos no aumentan aranceles por lo que se verían más atractivos por el precio frente a aquellos sí afectados por los aumentos de aranceles.

Aumento de costos para las aerolíneas y operadores turísticos

Se esperan mayores costos operativos. Las aerolíneas y empresas turísticas podrían enfrentar mayores costos debido a los aranceles sobre productos como combustibles, repuestos y equipos. Estos costos podrían trasladarse a los consumidores en forma de tarifas más altas.

Por igual la situación devendrá en un impacto en la rentabilidad. Si los costos aumentan y la demanda disminuye, las empresas turísticas podrían ver reducidos sus márgenes de beneficio, lo que podría llevar a recortes de personal o reducción de servicios. Las empresas turísticas podrían verse obligadas a innovar y adaptarse a las nuevas condiciones, por ejemplo, ofreciendo paquetes más económicos o diversificando sus servicios.

Disminución del turismo receptivo

Muchos países afectados podrían recomendar a sus ciudadanos reducir sus viajes a EE.UU. o incluso imponer tasas adicionales para turistas estadounidenses. Esto afectaría negativamente a aerolíneas, agencias de viaje y ciudades que dependen del turismo internacional, como Nueva York, Miami o Los Ángeles. A ello se pueden sumar el efecto sicológico que las tensiones comerciales pueden generar como incertidumbre y desconfianza, lo que podría llevar a los viajeros a posponer o cancelar planes de viaje.

Qué pasará con las economías dependientes del turismo

La reciente pandemia mostró la vulnerabilidad de muchos países dependientes en gran media del turismo, como las del Caribe, el Sudeste Asiático o partes de Europa. Estas podrían sufrir un impacto desproporcionado. Una disminución en el número de turistas podría afectar negativamente a hoteles, restaurantes, guías turísticos y otros servicios relacionados.

De inmediato volvería el desempleo del que ya muchas naciones sufrieron en 2020 pues una caída en la demanda de servicios turísticos podría llevar a despidos en el sector, lo que a su vez afectaría a las economías locales.

Los turistas viajarían distinto generando cambios en los patrones de viaje

Los turistas revisarán sus decisiones afectadas por la inflación que se espera de la guerra arancelaria que ha iniciado Estados Unidos.
Los turistas revisarán sus decisiones afectadas por la inflación que se espera de la guerra arancelaria que ha iniciado Estados Unidos.

El espejo de Europa es evidente ante la inflación que padecen tras la guerra entre Rusia y Ucrania. Una inflación con un redireccionamiento de flujos turísticos.

Los turistas podrían optar por destinos más económicos o menos afectados por los aranceles. Esto podría beneficiar a algunos países en detrimento de otros.  Sin embargo, este factor traería como positivo un aumento del turismo local.  En algunos casos, los consumidores podrían optar por viajes nacionales en lugar de internacionales, lo que podría impulsar el turismo interno en algunos países.

La  guerra de los aranceles va más allá de precios, pues hay un impacto en las relaciones internacionales

Las guerras comerciales pueden generar tensiones diplomáticas, como las que ya se suceden entre Estados Unidos, Canadá y México y esto afecta la percepción de los destinos turísticos. Por ejemplo, los ciudadanos de países afectados por los aranceles podrían sentirse menos inclinados a visitar Estados Unidos o sus aliados.

Sumemos a ello las posibles restricciones de visas y políticas migratorias. En un escenario de mayor tensión, los gobiernos podrían implementar políticas más restrictivas en cuanto a visas y controles fronterizos, lo que dificultaría los viajes internacionales.

En lo adelante, cabe observar el movimiento que harán los países afectados, las decisiones tomadas y las repercusiones positivas o negativas que las mismas tendrán en otras economías dependientes del turismo.

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